viernes, 12 de marzo de 2010
Música
La música empapaba el ambiente, el saxo le ponía las orejas de punta, se olvidó de todo por un instante, aparcó el mundo, sonreía de veras, cantaba con gusto y bailaba. Le pasaron la pandereta, aprendió a paladearla. El sueño, la siesta, la calma, la música seguía sonando pero como un recuerdo, alcanzó como pudo el suelo, se descalzo el cuerpo, mando un maldito mensaje, se abrió a la nada. Esperar mil horas y nunca jamas recibir la respuesta.
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