martes, 12 de octubre de 2010

AndEsinA

La mujer de Ananias era la que más emocionada estaba con la llegada de los cuisitos, había pasado una mala época cuando murió su hijo y estaba repartiendo su ilusión en la granja, preguntaba con impaciencia si serían de tres patas para poder llevarlos a las ferias a competir.
El gringo sacó un seco "no lo se" de su chistera y acalló a las mujeres que comenzaron a amasar sus trenzas maquinalmente mientras seguían la ruta para dar la aprobación de las jaulas.