lunes, 16 de noviembre de 2009

Solimari

Invirtiendo el tiempo, los platos en pies, pies planos, loco de contento y triste hasta el infinito, un leon que me amarre a tierra, que me de mar todos los fines de semana, me convierta en cuerdo, las cuerdas de la guitarra que suenan a mi modo, vocales, luceros.
Un sueño o todos los sueños, la gran mentira de ser, siendo.
No me consigo desembarrocar, ni desenrocarme, ni parecerme.
Me voy poco a poco haciendo.
Lo único seguro es que morimos solos.

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